Por Juan Camacho
Cuanta alegría cuando observamos muchas personas solidarias reunidas, en esta bella tarde de febrero, para reconocer y dedicar estos actos, a tres mujeres, que desde sus respectivos escenarios de vida, han hecho una gran contribución a la patria, demostrando una vez más la valía y el papel de la mujer en el desarrollo de nuestra historia nacional.
Vamos a presentar una dedicatoria a nombre de Ana Belén Montes y vamos a conmemorar los natalicios de Blanca Canales y Julia de Burgos. Mujeres de etapas distintas dentro de nuestra historia como nación, pero que de alguna u otra forma, entrelazan de manera transversal, las aspiraciones de nuestro pueblo relativas a la búsqueda de la verdad, de la conciencia y de la libertad.
Con el mayor de los respetos, las llamaremos por su primer nombre: Blanca, Julia y Ana Belén. Las tres nacieron en febrero. Blanca y Julia un dia 17 como hoy y Ana Belén un 28. Blanca nació en el heroico valle de Coabey, que según Heriberto Marín es el valle más bello del mundo. Julia en el barrio Santa Cruz, a escasos pasos de su rio-hombre y Ana Belén, en plena guerra fría en una base militar en Alemania Occidental.
Conmemoraremos también la excarcelación de Ana Belén, el mejor ejemplo de solidaridad que se pueda manifestar en nuestro país en este siglo. Enfatizamos que no celebramos su libertad, sino su excarcelación porque Ana Belén, como Blanca, siempre fueron mujeres libres, aun viviendo detrás de los barrotes.
Compañeras y compañeros dedicamos esta Bohemia contra ese bloqueo económico, comercial y financiero, a nuestra hermana boricua Ana Belén Montes; por la alegría de tenerla en casa, por su valentía, por tenerla como paradigma de los más altos principios éticos, morales y solidarios. Que sepa Ana Belén que esta dedicatoria no es producto exclusivo de nuestro Comité, sino de los sectores más alertas y solidarios de nuestro pueblo. De los sectores que condenamos las intervenciones imperialistas a pequeños países, como actos de prepotencia y de violación a los más elementales derechos internacionales. De los que defienden, todos los días, la más amplia participación de la mujer puertorriqueña.
Así también, junto con esta dedicatoria, conmemoramos los natalicios de otras dos mujeres que han sido grandes baluartes de nuestra historia: Blanca Canales y Julia de Burgos. Estamos seguros que Ana Belén conoce a estas dos mujeres y si no las conoce más temprano que tarde, leerá sus historias de vida y las aquilatará como corresponde. Son muchas las acciones de estas tres mujeres, que aun en épocas y espacios distintos, pudieran relacionarse e integrarse unas con otras.
Blanca Canales estuvo, al igual que Ana Belén, encarcelada por motivos relativos a su conciencia. Blanca fue sentenciada a una pena máxima de 159 años más otros 60. Fue condenada por participar y dirigir una insurrección armada en el pueblo de Jayuya en octubre de 1950.
Ana Belén, también fue apresada y encarcelada por conspirar para cometer espionaje a favor del gobierno cubano. Ella se declaró culpable y fue condenada a 25 años de cárcel y a 5 de libertad vigilada. Sin embargo, su gestión no tenía que ver nada con el espionaje peliculero, sino uno por motivos éticos, morales y de conciencia.
Julia también estuvo presa, pero no tras barrotes como Blanca y Ana Belén por haber infligido la ley del imperio. Sufrió el encierro primero de la pobreza y luego de la indiferencia de las personas que pudieron ayudarla en sus momentos difíciles pero que no lo hicieron, dando paso a los epítetos que describían una realidad que se repetía, pero sin ningún interés de transformarla.
Esbozamos el tema de la prisión como ejemplo de unidad entre estas tres mujeres, asumiendo que pudieran existir otros elementos en sus vidas, que aun de épocas diferentes, pudieran estar relacionados. Estamos seguros que Blanca y Julia respaldarían totalmente la decisión de conciencia de Ana Belén y asi también Ana Belén estaría respaldando la valentía de Blanca y la producción poética patriótica-clasista de Julia. Estamos seguros que Blanca y Julia rechazarían también las gestiones de Ana Belén contra la política exterior de los EU sobre Nicaragua, El Salvador, Cuba y otros países hermanos de Nuestramérica. Toca a cada uno de los presentes echar a correr la imaginación y la creatividad para juntarlos.
Planteado esto, vamos a resumir, por separado, la vida y las aportaciones de estas tres valiosas mujeres.
BLANCA CANALES
Blanca Angelina Canales Torresola es jayuyana, nació un 17 de febrero de 1906, en la Hacienda Santa Rosa del bello valle de Coabey. Hija de la líder comunitaria Consuelo Torresola, y de Rosario Canales Quintero, dirigente local del Partido Unionista y primer alcalde de Jayuya. Como se observa, era parte de una familia muy interesada en la vida social y política del pais.
Tuvo muchos hermanos, entre ellos el escritor y político Nemesio Canales.
Blanca fue trabajadora social y maestra. Como trabajadora social realizó mucho trabajo de campo e investigaciones enfocadas en los problemas sociales del país. Esa experiencia le confirmó que los problemas sociales que enfrentaba Puerto Rico eran producidos por el colonialismo. Así también, ocupó puestos administrativos y de supervisión, tanto en Ponce como en San Juan.
Como Don Pedro, era católica. Su lema era Dios y Patria. Sentía gran armonía entre su fe católica y el ideal de la independencia. Su amor al prójimo y bienestar para el país la llevan a definir a la patria como la gran familia puertorriqueña.
Así las cosas y con una fecha en mente para llevar a cabo una insurrección por todo el país, denunciando la creación del Estado Libre Asociado y con el propósito de poner presión en las Naciones Unidas sobre el caso colonial de Puerto Rico, Blanca se organizó en Jayuya, almacenó armas en su residencia y participó del entrenamiento de cadetes de su región.
El 30 de octubre de 1950, en Jayuya, Blanca Canales, con arma en mano, cumplió sus tareas a cabalidad, que eran cortar las líneas telefónicas, izar la bandera y declarar la republica de Puerto Rico.
Esta valerosa dirigente y sus compañeros de batalla atacaron y ocuparon la estación de la policía e irrumpieron e incendiaron la oficina de correos. Blanca dirigió al grupo a la plaza del pueblo, plantaron la bandera nacional (que era ilegal en ese momento) y declararon a nuestro Puerto Rico una república libre, manteniendo esa declaración y ese control durante tres días.
Pero luego el imperio descargó todo su inmenso poderío militar contra ellos, con el uso de aviones, artillería, morteros, granadas, tropas de elite de infantería y la guardia nacional.
En el 1967, después de haber cumplido 17 años de prisión, Blanca fue indultada por estar enferma. Luego revelaría que el sistema nunca pudo cambiar sus convicciones en cuanto a la práctica nacionalista y a la lucha libertaria. Murió en el 1996, a los 90 años de edad.
Blanca fue la única mujer que participó en la revolución de Jayuya y 74 años después es todavía la única mujer y persona que ha declarado la república nuestra bajo el dominio estadounidense.
JULIA DE BURGOS
Julia Constanza Burgos García nació el 17 de febrero en el barrio Santa Cruz de Carolina en el 1914. Murió en otro barrio, en Harlem, Nueva York, en 1953.
En 1933 se gradúa de maestra normalista y comienza su experiencia laboral. Primero en la PRERA, en Comerío, como empleada de una estación de leche, lugar en que los niños de familias pobres recibían desayuno gratuito; y luego como maestra en el barrio Cedro Arriba de Naranjito, época en que escribe el inmortal poema Río Grande de Loíza.
Visita a Cuba y allí conoce a Juan Marinello, Juan Bosch y Raul Roa, entre otros intelectuales. Así también, participó en actividades culturales y políticas en las cuales abogó, desde Cuba, por la independencia de Puerto Rico.
De Cuba regresa a Nueva York, y en esta ocasión, deambula por la ciudad en busca de empleo. De manera temporera, trabajó como empleada en una óptica, como empleada de un laboratorio químico, como vendedora de lámparas, como oficinista, redactora y costurera… (como Lolita).
Como cualquier ser humano de su época y de la nuestra, Julia enfrentó problemas e inconvenientes en el transcurso de su vida. Unos los pudo vencer, otros no. No obstante, entendemos que es injusto que se le recuerde, más allá del consenso de su calidad como poetisa, como la mujer fracasada, alcohólica, excesivamente romántica y pasional, enajenada de la realidad.
Julia fue más que un poema romántico; fue más que una relación amorosa; fue más que una mujer que enfrentó problemas.
Muchos de sus poemas fueron escritos temas desde la perspectiva de la lucha de clases, como el respaldo a la huelga de los trabajadores de los muelles en San Juan, otro denunciando el hambre, la carencia y la angustia de obrero y su familia, y otro resaltando, sin titubeos, la unión obrera-campesina.
Es nuestra responsabilidad rescatar a la Julia que se nos ha querido esconder. A la Julia que se nos presenta sin rumbo, en el alcohol y en el excesivo romanticismo y fatalismo.
Echemos a un lado los biógrafos que lejos de resaltar los elementos que motivan, reafirman y transforman a un pueblo, practican una tendencia morbosa a desfigurar, engrandeciendo, la realidad de lo que se dice.
La obra y la vida de Julia hay que analizarla en el contexto de la realidad de la época. Si la analizamos sólo como el testimonio de una mujer que se martirizó y murió de amor es cuando menos, simplista, anti-mujer y anti-patriótico.
Ese es el contexto de la realidad que vivió Julia de Burgos. Una época difícil tanto en Puerto Rico como en el mundo entero. La pobreza extrema, las dos guerras mundiales, la crisis financiera de los años treinta, grandes y mortales enfermedades, el cambio del modelo agrícola a la manufactura, el sufragio femenino, el empleo asalariado de la mujer, entre otras situaciones. Esa realidad la vivió Julia, no en versos, sino en carne propia.
Julia fue y es inmensa. Vivió una vida corta pero intensa, llena de sentimientos y sufrimientos. Llena de lucha, de amor, de creación.
Unos dicen que se adelantó a su época, pero ella dijo que estaba “hecha de presentes”;
unos han intentado trazar su camino, pero “ella misma fue su ruta”;
unos quisieron encajonarla en la resignación y la sumisión, pero ella fue “Rocinante corriendo desbocado, olfateando horizontes de justicia ….”
Unos quisieron culpar al hombre por su desgracia, pero ella exclamó: “no es él el que me lleva, es mi vida que en su vida palpita”.
ANA BELEN MONTES
Ana Belén es hija de padres puertorriqueños. Aunque nació en una base militar estadounidense en Alemania, es tan boricua como el coquí. Nació allí porque su padre trabajaba allí como médico. Luego la familia se mudó a Kansas, Iowa y finalmente a Maryland, donde Ana termino su escuela superior con excelentes calificaciones.
Ana Belén fue analista superior sobre temas cubanos en la Agencia de Inteligencia de la Defensa de los Estados Unidos (EU). Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad de Virginia, asi como una maestría en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins.
El 21 de septiembre de 2001 fue arrestada y acusada del delito de conspiración para cometer espionaje a favor del gobierno cubano. En octubre del mismo año se declaró culpable y en 2002 fue condenada a 25 años de cárcel y 5 de libertad vigilada. Antes de entrar en la tarea de solidaridad con Cuba, ya sentía rabia e insatisfacción (y nosotros también) por la política exterior de los EU en Nicaragua y el Salvador.
Son muchas las interpretaciones e historias sobre lo ocurrido con Ana Belén, las cuales tomamos con pinzas porque no queremos desvirtuar uno de los actos de solidaridad más increíble y más sensato que hayamos conocido. En primer lugar, no la catalogamos como el espía tradicional que trastoca hasta su razón de ser por vender información a un tercero. Ella nunca recibió pago alguno por sus gestiones solidarias; inclusive se ha planteado que ella señaló que se habría sentido ofendida si los cubanos le hubieran dado dinero por su cooperación.
En segundo lugar, nos basta, y nos hace felices, sus precisas y contundentes expresiones que hizo a la justicia estadounidense en el 2002, las cuales vamos a repasar al final de esta lectura.
El termino espía es fuerte, porque se asocia con traición y con afán de lucro, sin embargo existen personajes que realizan esas tareas por motivos éticos o morales, revelando información secreta o confidencial que atenta contra los derechos humanos, la democracia de los pueblos y la justicia, que han sido respetados y aplaudidos por personas y pueblos serios y responsables. Se actúa motivado por un sentido del deber, aunque sepa que puede enfrentarse a graves consecuencias legales, personales o hasta la muerte. En esa lista están también
Edward Snowden, quien filtro documentos sobre los programas de vigilancia masiva de la Agencia de Seguridad Nacional de EU que afectaban millones de ciudadanos y lideres mundiales.
Daniel Ellsberg, que en 1971 publicó los llamados Papeles del Pentágono, que revelaban las mentiras y los crímenes de guerra cometidos por el gobierno de los EU durante la guerra de Vietnam.
Julián Assange, que en el 2010 fundo Wikileaks, una plataforma que difunde documentos clasificados sobre la corrupción, la violencia y el espionaje de diversos gobiernos y organizaciones
Cuando Ana Belén fue descubierta y detenida dijo a las autoridades que había actuado por la necesidad de justicia, intentando ayudar a los cubanos a protegerse de las políticas de los EU. Dijo ante la justicia estadounidense en octubre de 2002:
“Creo que la política de nuestro gobierno hacia Cuba es cruel, injusta y profundamente inamistosa. Y me sentí moralmente obligada a ayudar a la isla a defenderse de nuestros esfuerzos por imponer nuestros valores y nuestro sistema político”.
Como decimos los boricuas, nada más con el testigo. Ana Belén Montes es una boricua valiente y decidida que nos eleva al máximo nuestro orgullo patrio, nuestra razón de lucha y nuestra solidaridad.
¡Viva Blanca, Julia y Ana Belén!
¡Viva la solidaridad caribeña y latinoamericana!
¡Abajo el bloqueo criminal!
¡Viva Puerto Rico Libre!
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