El Comité de Solidaridad con Cuba en Puerto Rico destaca la relevancia histórica de los patricios del Caribe Eugenio María de Hostos, Juan Pablo Duarte y José Martí en una actividad llamada Día del la solidaridad Antillana
San Juan, Puerto Rico 29 de enero de 2024
El domingo, 28 de enero de 2024 el Comité de Solidaridad con Cuba en Puerto Rico organizó una triada de conferencias dictadas por Teresa de Hostos, Alfonso Torres Ulloa y Juan Camacho donde se condujeron los trabajos de la tarde sobre el antillanismo que promulgaron y practicaron por los patricios De Hostos, Duarte y Martí.
A continuación, Presentamos las ponencias.
ANTILLANISMO Y CONFEDERACIÓN ANTILLANA EN HOSTOS
Teresa de Hostos Olivar
27 de enero de 2024
Comienzo con la siguiente cita de Hostos, para dar una idea de lo que significaba el Caribe, las Antillas, para él: Si yo sospechara que hay olas en ese mundo invisible que llevamos, o en las tramas del cerebro o en la cavidad del pecho, compararía mis olas a las olas de la mar Caribe”/De: La peregrinación de Bayoán).
Decía el poeta Juan Antonio Corretjer, indudable hostosiano de rabo a cabo y de principio a fin, (cito): “(Hostos) pareció desde el principio destinado a ser antillanista, pues la idea federacionista nació en él antes que la de la separación de las Antillas de España se le probara necesaria”. Educado en España, Hostos se dio a la tarea de conocer la que se suponía fuera la inteligencia intelectual española que se ocupaba de la reorganización republicana de las instituciones españolas. Y por creer que esa “inteligencia intelectual” se ocupaba del bien de las Antillas, su inicial optimismo estudiantil y juvenil, se había cifrado en concebir un pacto que uniera federativamente a las Antillas en igualdad de condiciones y de dignidad. Pacto que se convirtió en ideal, e ideal que Hostos volcó en su primera novela publicada, que lo llevó al exilio: La peregrinación de Bayoán. Al percatarse, a los veinticuatro años, de que el camino de su vida estaba señalado por la futura consecución de la unión antillana, con esa idea fija, y preocupado principalmente por Cuba y Puerto Rico, escribe a manera de diario La peregrinación de Bayoán, novela en la que los tres personajes principales simbolizan las tres Antillas mayores: Bayoán (Puerto Rico); Marién (Cuba) y Guarionex (República Dominicana). Bayoán, sale de Puerto Rico rumbo a Europa y fija su vista y describe los archipiélagos cercanos a Cuba y su llegada a La Habana. Allí, Bayoán se enamora de Marién y se inicia la metáfora de la unión de las Antillas mayores. En el Prólogo de la obra, el propio Hostos se expresa así: «Quería que Bayoán, personificación de la duda activa, se presentara como juez de la España colonial en las Antillas, y la condenara; que se presentara como intérprete del deseo de las Antillas en España, y lo expresara con la claridad más transparente.» La mirada de Hostos ya estaba llena de las Antillas.
Posteriormente, aquella gran esperanza que anidaba en Hostos la lucha republicana española significó para él una gran decepción: la primera República Española fue la consecuencia del pronunciamiento que dio lugar a la restauración de la monarquía borbónica. Indignado por las implicaciones que significaban para las Antillas, Hostos pronuncia el célebre discurso en el Ateneo de Madrid que es una denuncia directa de las oprobiosas condiciones que prevalecían en las Antillas, y se pronuncia a favor de la república como forma de gobierno a la vez que reclama para las Antillas la misma libertad que los republicanos habían conquistado para España. Parte de ese reclamo lee así: “Si España quiere ser digna de su historia, piense hondamente en su deber, repare las injusticias cometidas, sea menos avara con su libertad”.
Para Hostos ya era suficiente, y su “idea dominante”, como él mismo le llamó, lo haría reafirmarse en dedicar el resto de su vida a la unión antillana. Según señalara Juan Mari Bras, (cito): “Esa “idea dominante” que en sus primeros tiempos en España fue solo Antillanista— se expande, profundiza y se forja en verdadera dimensión americana, cuando, decepcionado por la traición que sus aliados de la revolución en Madrid le asestaron al compromiso de plena autonomía para Cuba y Puerto Rico en el contexto de una España republicana y liberal, echa a un lado sus iniciales metas autonomistas para Las Antillas…”
El viaje que inicia Hostos al salir de España inaugura su incansable peregrinar: de París a Nueva York, de allí a América del Sur, luego a República Dominicana, Chile y Puerto Rico, y otra vez a la República Dominicana. Al decir de Juan Mari Bras, (cito): “En ese recorrido se produce la obra fundamental de su vida. Influyen en ésta sus contactos con compatriotas puertorriqueños como Ramón Emeterio Betances, Segundo Ruiz Belvis, los médicos Basora, Manuel Zeno Gandía, Julio Henna y Manuel Guzmán Rodríguez; los dominicanos Federico y Francisco Henríquez y Carvajal, y el general Gregorio Luperón, (a quienes Hostos llamó “algunos de sus mejores amigos”), los cubanos José Martí y Antonio Maceo. Tres mujeres antillanas: Belinda Ayala, su esposa cubana; Lola Rodríguez de Tió, la poeta puertorriqueña que fue su madrina de bodas en Caracas y la dominicana Salomé Henríquez Ureña, quien fundó y dirigió, por inspiración del maestro, la Escuela Normal de Señoritas en Santo Domingo, completaron el grupo de antillanos y antillanas que fueron moldeando la perspectiva hostosiana en dimensión americana”.
Toda la propaganda a la que Hostos dio curso al poner pie en el Sur del continente estuvo dedicada en mayor medida a la confederación antillana y lo expresaba de esta manera, (cito): “En las Antillas Mayores hay el esbozo de una nacionalidad, tan natural, por inasequible que hoy parezca y aun por invisible que sea a tardos ojos; que en ninguna otra ha hecho la naturaleza tanto esfuerzo por patentizar su designio. No son sino miembros de un mismo cuerpo, fracciones de un mismo entero, partes de un mismo todo. Geológicamente, son el mismo pedazo de la misma costra, fraccionado por la misma convulsión. Geográficamente, son la misma porción de territorio en los mismos paralelos. Históricamente, el mismo pasado antehistórico, la misma procedencia colonial; parecidos sucesos o los mismos, derivados de los mismos motivos de existencia. Étnicamente, la más sencilla combinación que hay en América: una misma variedad caucásica como fondo y el mismo derivado etíope como accesorio”.
Al igual que Martí, ante la decadencia inevitable que enfrentó el imperio español, Hostos, a pesar de su inicial admiración por Estados Unidos, comenzó a atisbar el expansionismo estadounidense y por eso se dio a la tarea de enumerar todo lo que las Antillas eran y todo lo que debían ser. Por tal razón sentenciaba, (vuelvo a citar): El grupo que constituyen (las Antillas) es tan homogéneo, que para ser en la Historia lo que son en la Geografía, les basta organizarse según la Naturaleza; obedecer a la Naturaleza; constituir políticamente la clara nacionalidad que intrínsecamente constituyen”.
Las Antillas, que habían quedado al margen en el desenlace histórico-político de la América hispana, no tenían por qué “desafiliarse” de su lógico porvenir. Ante la interrogante de cuál de las Antillas tomaría la delantera, Juan Antonio Corretjer destaca en su ensayo “Hostos y la revolución antillana”, que Hostos, aunque haya quienes les disguste, reconocía a Haití como la nación que despertó a América “Latina” del letargo colonial y sacudió la nefasta norma de la esclavitud. Pero más allá del dato histórico y la gesta histórica, Hostos decía, porque lo sabía, (cito): “En las Antillas, la nacionalidad es un principio de organización en la naturaleza, porque completa una fuerza espontánea de la civilización; porque sólo en un pacto de razón puede fundarse, y porque coadyuva (contribuye) a uno de los fines de las sociedades antillanas, y al fin histórico de la raza latinoamericana. El principio de organización es el de unidad en la variedad. La fuerza espontánea de civilización que completará es la paz. El pacto de razón en que exclusivamente puede fundarse es la confederación”.
Para terminar, cabe mencionar que Hostos consideraba que a pesar de que siempre se mencionaba la terna de Cuba, República Dominicana y Puerto Rico para la Confederación Antillana, no descartaba la unión del resto de las Antillas no hispano hablantes porque, (cito): “por el camino que ellas (Cuba, República Dominicana y Puerto Rico) tomen, irán tarde o temprano las otras”.
Así que, con sus ojos puestos en el mar que pidió ver al final de sus días, e igualmente puestos en el destino que anhelaba para las Antillas, debe haber recordado a su hija Luisa Amelia, que era la que más se quejaba de las constantes partidas de su padre, cuando le preguntaba: “Y ¿qué diablos hacemos nosotros aquí (se refería a Chile) tan lejos de nuestras islas?”, Hostos le respondió: “Por ellas y para ellas estamos aquí. Para mejor estar con ellas cuando llegue la hora”.
Alfonso Torres Ulloa
Jose Marti, la independencia de Cuba y Puerto Rico y el antillanismo
Juan Camacho
(Antes de hablar sobre José Martí, que es mi tarea esta tarde, es necesario destacar que esta actividad, en la que hacemos honor a tres grandes patriotas: Juan Pablo Duarte, Eugenio María de Hostos y José Martí, es una muestra más que la unidad caribeña se ha mantenido y persistido, aun en las condiciones más difíciles, como las que vivimos en la actualidad. Siempre en concordancia con el sentir y lucha de los nuestros: Ramon Emeterio Betances, Lola Rodríguez de Tió, Antonio Vélez Alvarado, Juan Rius Rivera, Pachín Marín, Sotero Figueroa, entre otros y otras. Enfatizando que es una unidad desde el pueblo y sus organizaciones y no desde las instancias gubernamentales.)
La figura de José Martí es fundamental en la historia de Cuba, y de manera más amplia, en el contexto caribeño. A través de sus escritos, discursos y actividades políticas, Martí se destacó como un defensor apasionado de la independencia y la unidad de las naciones latinoamericanas. Aporto mucho en el ámbito de la unidad de las Antillas y su visión de una federación caribeña.
Martí fue un ferviente internacionalista y crítico del imperialismo. Su lucha por la independencia de Cuba estaba esencialmente ligada a la búsqueda de la liberación de toda la región caribeña. Comprendía que la verdadera libertad de Cuba y del Caribe no podría lograrse de forma aislada, sino a través de la colaboración y la unidad regional.
Tenía una profunda comprensión de la identidad caribeña compartida, basada en la historia, la cultura y las luchas comunes de los pueblos antillanos. Sus escritos, como los artículos recopilados en Nuestra América, reflejan su deseo de fortalecer los lazos culturales y solidificar una identidad común en la región.
Martí propuso la idea de una federación de las Antillas como un camino hacia la unidad y la fortaleza colectiva. Abogo por una estructura en la que los países antillanos pudieran colaborar en asuntos políticos, económicos y culturales, preservando al mismo tiempo la autonomía de cada nación. Este concepto de federación buscaba superar las divisiones impuestas por el colonialismo y fomentar la cooperación en aras del progreso compartido.
José Martí dedicó esfuerzos significativos a la diplomacia y a la colaboración regional. Busco establecer vínculos con lideres de otras naciones caribeñas y latinoamericanas para promover la causa común de la independencia y la unidad. Siempre realizo esfuerzos por construir puentes entre las naciones del continente.
La contribución de José Martí a la unidad de las Antillas y a la idea de una federación caribeña es innegable. A través de sus ideas, acciones y propuestas, sentó las bases para la colaboración regional y la búsqueda de una identidad caribeña compartida. Su visión trascendió las fronteras de Cuba, proyectándose hacia un Caribe unido en su diversidad, capaz de enfrentar los desafíos comunes y construir un futuro de autodeterminación y justicia. Martí, el apóstol de la independencia de Cuba, dejó un legado que sigue resonando en la búsqueda de la unidad y la soberanía en la región.
Martí y los demás patriotas que aquí destacamos, nacieron en el mes de enero, pero también tienen, entre ellos, otras similitudes fundamentales, como ser estandartes y paradigmas de la unidad, la libertad, la solidaridad, la conciencia y la identidad nacional de sus respectivas patrias y por ende de las Antillas.
Que comenzaron sus luchas muy jóvenes y a pesar de los inconvenientes y las represiones, mantuvieron incólumes sus ideas. A los 16 años ya Martí estaba preso en Isla de Pinos y a esa misma edad, Hostos estaba en España promoviendo la independencia de Cuba y colectando dinero para esa causa.
Siempre señalo con mucha tristeza que Hostos y Martí nunca pudieron estrechar sus manos. Tampoco Martí y Duarte. Aunque Hostos y Duarte sí lo pudieron hacer. (Leímos en algún lugar que Duarte se perdió leer los Versos Sencillos de Martí).
El único de los tres que fue militar, fue Duarte, pero como Luperón y Juan Rius Rivera, todos sus servicios militares estuvieron al servicio de la patria y de la libertad.
Los tres, Duarte, Hostos y Martí, sufrieron el exilio, unos más que otros, en varias ocasiones. De hecho, Duarte y Hostos mueren en el exilio. (Hostos en la RD y Duarte en Venezuela) Sin embargo, el exilio no fue impedimento para seguir sus luchas por la independencia y el antillanismo, sino por el contrario, aprovecharon el exilio para adelantar sus causas, y en el caso de Hostos, para aportar todo su intelecto a países y pueblos de Nuestramérica.
Duarte y Martí yacen en cementerios de sus respectivas patrias. Pero Hostos no yace en Puerto Rico, sino en el Panteón de la Patria dominicana, como el mejor ejemplo del antillanismo que tanto afirmaron en sus luchas. Estos panteones son espacios dignos y sagrados, que cuando dan cabida al cuerpo de un ser que nació en otro lugar, no solamente se engrandecen, sino que demuestran el más alto grado de antillanismo y de solidaridad de un pueblo, en este caso la RD. Asi también, se demuestra que la patria no es necesariamente donde se nace sino donde se vive, se lucha, se trabaja, se ama.
Los anhelos independentistas de Cuba y PR cobran su mayor coherencia y organicidad con el trabajo político realizado por Martí a partir de 1880, y culminando con la fundación del partido Revolucionario Cubano, cuyo primer artículo establece lograr la independencia de Cuba y fomentar y auxiliar la de PR, expresión que hemos usado constantemente porque revela, no solamente la relación solidaria entre estos dos países, sino acciones claras y pertinentes del antillanismo.
Ante ese hecho, nuestra querida amiga cubana Josefina Toledo, en su libro Sotero Figueroa, editor de Patria, Apuntes para una biografía, afirma que la inclusión de la lucha por la soberanía puertorriqueña en los objetivos del Partido por José Martí no fue un mero gesto de simpatía hacia el pueblo boricua, sino de la expresión de un convencimiento profundo, históricamente fundamentado por la similar situación política de los dos países y por la estratégica necesidad que ambos obtuvieran su independencia en un mismo periodo, para que las Antillas pudieran cumplir en la vida histórica del continente, los deberes difíciles que su situacion geográfica les señala. Y cuáles eran esos deberes difíciles…? …cerrarle el paso a las pretensiones anexionistas yanquis e impedirle la codiciada hegemonía del Mar de las Antillas.
Y esto es así porque Martí afirmaba que las Antillas constituían una especie de trampolín desde el cual los Estados Unidos pretendería extender sus dominios al resto de América Latina. Para él, las Antillas era el muro de contención a la esa expansión imperialista.
Por último, pero no menos importante, es necesario destacar cómo el sueño de Martí se relaciona y se convierte en acción práctica de esa unidad, con aportaciones de hombres y mujeres, integrándose a las luchas del otro, como si fueran las suyas. Así tenemos a los combatientes dominicanos Máximo Gómez, Modesto Díaz, Francisco del Castillo y Lorenzo Despradel y a los combatientes boricuas, Juan Rius Rivera, Pachín Marín y su hermano Wenceslao, Lola Rodríguez de Tió, Modesto Arístides Tirado, Enrique Molina, Guillermo Mascaro, José Semidey, Enrique Malaret, entre otros; todos haciendo suyas las luchas por la independencia de la hermana república de Cuba.
Pudiera mencionar otras acciones, que pudieran parecer menores, pero que en realidad no lo fueron, ya que formaban parte de esa visión completa antillana; como que Patria fue el primer periódico en el que se publicó la letra y la música de La Borinqueña. Como que se organizaron, sin mucho éxito, más de una campaña insurreccional para PR. Como que Maceo admitiera que no quería entregar su espada dejando esclava a Puerto Rico y que Máximo Gómez dejara estas expresiones, de tanto desprendimiento y unidad antillana para las futuras generaciones: “Todo lo que hice por Cuba, humilde y devoto soldado de la libertad, lo hice a nombre del pueblo dominicano, cuya mirada estaba fija en mí”.
Como colofón a estos apuntes sobre Martí y el antillanismo es necesario destacar que en ocasiones, aun con los deseos y teorías mas sensatas, las ideas no se pueden concretizar. Sin embargo, esto no significa que mueren. Proyectos caribeños como Mercosur, Caricom, Celac y otros que incluyen a la América completa como Pacto Andino y el Alba, nos demuestran la continuidad y viabilidad, dentro del contexto político actual, de ese sueño centenario de Martí, Bolívar, Hostos, Betances, y más tarde de Fidel y Chaves.
La idea de la interacción antillana, nos dice el amigo Alejandro Torres Rivera, no habrá de perecer. Tarde o temprano será alcanzada por nuestros pueblos…”llegará el día en que juntas, definitivamente, habrán de salvarse, para el beneficio y el bienestar no solo de los pueblos antillanos, sino para el conjunto de todos los pueblos de América Latina y el Caribe.
Viva José Martí... Vivan Duarte y Hostos... Viva la integración antillana… Viva Puerto Rico libre…
Muchas gracias.
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