Notas y apuntes para mensaje de Luis Pedraza Leduc en actividad de Maratón Mundial de Amor por Cuba, 17 de enero 2025, San Juan, Puerto Rico
La revolución francesa tuvo un impacto positivo en el pensamiento de las clases criollas haitianas que produjeron reclamos de libertad e igualdad. Es a partir de 1791, comienzo de las revueltas de hombres y mujeres esclavizados en Haití, que se inicia un proceso revolucionario que culmina en 1804 con la independencia de Haití. Este proceso, con sus complejidades, sus luces y sombras, impactaron todo el planeta que se sostenía en una relación de dominación colonial.
Los intereses de EEUU, de Francia y otras potencias europeas conspiraban en el Caribe y toda América. Ya en diciembre de 1823 el presidente de los Estados Unidos, James Monroe, presentaba su doctrina expansionista conocida como “América para los americanos".
El ciclo de las luchas por la independencia en los territorios de lo que José Martí llamó "Nuestra América" puede enmarcarse entre dos fechas claves: 1791, el inicio de la revolución haitiana y 1898, fin de la guerra hispanoamericana. Frente a la amenaza imperialista, ante los intereses norteamericanos de anexar los territorios del Caribe, en 1872, en Haití, en la Gran Logia Soberana de Puerto Príncipe, Ramón Emeterio Betances pronunció uno de sus más famosos discursos que se conoce como "Las Antillas para los Antillanos":
Concluye Betances: “¡Unámonos! ¡Amémonos! Formemos todos un solo pueblo; un pueblo de verdaderos masones, y entonces podremos elevar un templo sobre bases tan sólidas, que todas las fuerzas de la raza sajona y de la española reunida no podrán sacudirlo; templo que dedicaremos a la Independencia, y en cuyo frontispicio grabaremos esta inscripción imperecedera como la Patria, que nos dictan a la vez nuestra ambición y nuestro corazón; la más generosa inteligencia y el más egoísta instinto de conservación: Las Antillas para los antillanos.
La consigna betancina es claramente una respuesta a la doctrina Monroe.
Hoy tenemos la encomienda de hablar del libertador dominicano Gregorio Luperón en el contexto de la solidaridad y apoyo a la causa de la independencia de las Antillas. Tenemos que ubicarnos en la historia. La República Dominicana tuvo su primera guerra de independencia en 1844, la cual tuvo éxito en obtener la independencia de Haití, aunque el dominio haitiano en partes del país se mantendría intermitente hasta 1856.
Luperón nació el 8 de septiembre de 1839. Por tanto tenía 5 años de edad cuando el conflicto entre Haití y República Dominicana. De origen humilde, Gregorio Luperón tuvo que trabajar desde niño para colaborar en la economía familiar. Para 1861, con 22 años de edad era partidario de la causa independentista frente a los criollos que querían anexar a la República Dominicana a España.
Una pelea contra partidarios de la anexión española le llevó en 1862 a la cárcel, de donde escapó para buscar refugio primero en Haití, pasando por Nueva York, México y Jamaica. En 1863 regresó de forma clandestina a la República Dominicana para participar en varios movimientos de insurrección.
Designado general, logro desarrollar una guerra de guerrillas, con base en Haití, que desgastó severamente las fuerzas militares españolas. Finalmente, España entregó el país a los independentistas el 11 de julio de 1865.
Después del triunfo de la Restauración, dos tendencias se disputaron el poder. La primera agrupaba a los comerciantes e importadores, criollos y extranjeros, en connivencia con la vieja guardia de hateros encabezada por Buenaventura Báez, todos ellos procolonialistas. La segunda reunía a los soldados de la Restauración, respaldados por el campesinado joven, los intelectuales y los comerciantes provenientes del Cibao, quienes seguían una línea nacionalista y liberal, orientada por Gregorio Luperón y Ulises Francisco Espaillat, entre otros.
Fue tal el estado de anarquía y de fragmentación política, que desde 1865 hasta 1899 hubo en el país más de setenta revueltas, alzamientos y asonadas militares que dieron por resultado veinticinco gobiernos de mayor o menor duración.
Desde su ciudad natal, Gregorio Luperón impulsó una severa oposición al régimen de Buenaventura Báez, que en diciembre de 1865 se había hecho de nuevo con el poder. Luperón encabezó el triunvirato que en 1866 consiguió derrocar al gobierno y ejercer el poder ejecutivo entre los meses de mayo y agosto de 1866. Disuelto el nuevo órgano gubernamental en favor de la constitucionalidad, asumió la presidencia el general José María Cabral (1866-1868).
Pero Báez derrocó nuevamente al gobierno de Cabral en 1868, y Luperón se vio obligado a abandonar la República. Durante el llamado gobierno de los Seis Años (1868-1873), Báez negoció la anexión del país a los Estados Unidos. Gregorio Luperón desplegó desde el exterior una intensa campaña de oposición al gobierno e incluso preparó una expedición revolucionaria que no consiguió resolver con éxito. No cejó en su empeño de impedir la anexión a los Estados Unidos y elevó repetidas protestas ante el Senado estadounidense que finalmente evitaron la incorporación de la isla a los EEUU.
Finalmente, en octubre de 1879, los liberales tomaron el poder en firme. Luperón accedió a la presidencia de un gobierno provisional que, con sede en Puerto Plata, estableció una política encaminada a reconducir el país dentro de los patrones del liberalismo de la época.
Gregorio Luperón se retiró a Europa en calidad de enviado extraordinario y ministro plenipotenciario. Cuando regresó al país, el ejecutivo de Francisco Gregorio Billini (1884-1885) le nombró delegado del gobierno en el Cibao. Desde su nuevo puesto se enfrentó al movimiento revolucionario de 1886 en Puerto Plata y contribuyó a la llegada al poder, un año después, del presidente Ulises Heureaux (1887-1899), quien trajo finalmente la estabilidad a la República al precio de un radical giro ideológico: instauró una corrupta dictadura personalista, fortaleció el ejército, reprimió duramente a la oposición y arruinó las arcas públicas, dejando la nación en manos del capital extranjero.
Estos datos y fechas no reflejan necesariamente el pensamiento y acciones que Luperón representó a favor de la independencia de su país, de Cuba y Puerto Rico. Veamos.
Para 1867 el gobierno español en Puerto Rico perseguía a Ramón Emeterio Betances y a Segundo Ruiz Belvis por sus actividades políticas. Ambos huyeron ese mismo año a la ciudad de Puerto Plata en la República Dominicana. Meses más tardes Betances parte hacia Nueva York y Saint Thomas. En 1868 se da el primer encuentro entre Betances y Luperón. El hecho es que en los exilios de Betances y Luperón los vamos a encontrar conspirando y haciendo pactos en Saint Thomas (1868) y en Francia para la década de 1880.
Siempre que Luperón estaba en la República Dominicana, Betances podía usarla como base de operaciones para sus objetivos políticos y militares posteriores, ofreciendo Luperón ayuda logística y financiera. De las lecturas realizadas, se sugiere que la bandera de Lares es una combinación de colores basada en la bandera dominicana recomendada por Luperon.
La influencia del pensamiento e ideas de Betances en Luperón está claro. El desarrollo del pensamiento antillano en Luperón se manifestó en los apoyos para el Grito de Lares y obtener armas para Cuba. El historiador dominicano Edwin Espinal Hernández sostiene que la influencia de Betances y de Eugenio María de Hostos en el pensamiento de Gregorio Luperón está ampliamente documentada.
Está claro que la solidaridad se manifiesta en el compartir de ideas, de reconocer la intelectualidad y sabiduría de cada cual junto a las posiciones políticas que Luperón ofreció a los independentistas puertorriqueños de modo que pudieran desarrollar sus agendas. Para Luperón estaba claro que sin la soberanía e independencia de Cuba, Haití, República Dominicana y Puerto Rico no cesarían las amenazas imperialistas. Por tanto, la estructura de una Confederación de las Antillas era el objetivo.
El contenido de las cartas de Betances a Luperón sugiere lo que Luis Bonafoux llama “un verdadero programa político para Santo Domingo”. En 1875 vuelven a encontrarse en Puerto Plata. Betances presenta a Eugenio María de Hostos a Gregorio Luperón. El encuentro tenía el objetivo de montar una expedición para liberar a Puerto Rico lo que no pudo concretarse.
Betances regresó a Francia donde vivió hasta su muerte. Hostos estuvo un año en Puerto Plata donde con el apoyo de Luperón publico el periódico “Las Dos Antillas” el cual fue clausurado, para lanzar “Las Tres Antillas y finalmente, “El Antillano”.
Para el 1875, con el auspicio de Luperón, Hostos inicia el plan de las Escuelas Normales y se interesa en la política criolla. En marzo de 1876 funda la Sociedad Escuela La Educadora y la Liga de la Paz. En 1879 Hostos se establece en Santo Domingo y comienza a desarrollar sus proyectos educativos.
Para 1879 y 1881 Luperón y Betances se encuentran en Paris. Fundan la Sociedad Latinoamericana con el objetivo de dar a conocer la América Latina en Europa. Para 1882, Luperón es nombrado Enviado Extraordinario y Plenipotenciario del gobierno dominicano ante los gobiernos de Francia, Bélgica, Países Bajos, Inglaterra, Austria, Hungría, Italia, Dinamarca, Rumania, Alemania, Suiza y la Santa Sede.
Propuso junto a Betances, al Primer Ministro de Gran Bretaña, Lord Gladstone, realizar una Confederación Antillana que incluyera a Cuba, Haití, Santo Domingo, Puerto Rico, Jamaica y demás Antillas menores.
Mientras tanto el desarrollo de los planes en la educación seguía dando frutos para Hostos con el apoyo de Gregorio Luperón. La confianza y apoyo político entre Hostos, Betances y Luperón era de tal magnitud que en 1885 Hostos escribe a Luperón para que intercediera con Ulises Heureaux, del Ministerio de Guerra, para que entregara un cargamento de armas depositado en Santo Domingo en tránsito hacia Cuba al mando del General Máximo Gómez.
Decepcionado por las actitudes dictatoriales de Heureaux, Gregorio Luperón buscó sin éxito el apoyo del gobierno haitiano para combatirlo. Se encontraba en la isla de Saint Thomas cuando, en 1897, enfermó de cáncer.
El sueño antillano de estos tres grandes humanistas solo fue disuelto por la ley natural de la vida. Gregorio Luperón falleció en Puerto Plata el 21 de mayo de 1897. Ramón Emeterio Betances murió en París el 16 de septiembre de 1898 y Eugenio María de Hostos vivió hasta el 11 de agosto de 1903.
Hoy, ante las agresiones imperialistas en toda América, ante el criminal bloqueo a Cuba, el saqueo de nuestros recursos naturales y fiscales, la imposición de deudas contra los pueblos y las políticas racistas y fascistas de los EEUU, el objetivo de la unidad antillana se impone. Hoy más que nunca tenemos que hacer el llamado de Unidad, “Las Antillas para los antillanos”
Estas notas surgen de varios ensayos obtenidos en las redes sociales. Algunos fragmentos están reproducidos como tal, por lo cual estas son notas y no deben ser consideradas un ensayo del ponente.
Las fuentes consultadas son:
Gregorio Luperón, datos biográficos, Biografías y Vidas.com
Betances en el ciclo revolucionario antillano 1867-1875, Andrés Ramos Matei, ICP 1987
Abolición, independencia y confederación. Los escritos de Ramón Emeterio Betances, El Antillano, Adriana María Arpini, Universidad Nacional de Cuyo-CONICET
Más allá del ideario antillano: Presencia de Hostos en el pensamiento de Luperón, Edwin Espinal Hernández, Academia Dominicana de la Historia, 1999
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