Ocupación ilegal de los Estados Unidos
Por Juan Camacho (Puerto Rico)
Muy buenas tardes a todas y a todos. En primer lugar quiero saludar a las y los compañeros que me acompañan en este conversatorio, a los organizadores del mismo, así como a todo el pueblo caribeño y latinoamericano que nos sintoniza.
Gracias por la invitación para participar de este evento y poder aportar, no como experto en bases militares ni experto en política exterior del imperio (porque no lo soy), sino desde la perspectiva de un ciudadano que denuncia y lucha desde la misma colonia, en todos los frentes, contra el imperio que nos sojuzga.
Guantánamo, territorio cubano ocupado por los Estados Unidos
Hace tres años, específicamente en diciembre de 2020, una gaceta de la derecha cubana de los Estados Unidos público un artículo con el título La base naval de Guantánamo, otro país dentro de Cuba. Como me pareció interesante el título, procedí a leerlo, pero lo único que tenía de serio, era el título, porque por lo demás era pura demagogia insustancial de la guerra fría.
La realidad es que la base de Guantánamo siempre me ha parecido otro país dentro de Cuba, donde se violentan los más elementales derechos humanos, se vive de manera acomodaticia con la ley y se violenta la soberanía del país anfitrión.
El mundo entero sabe que desde el 17 de febrero de1903, los Estados Unidos se apropiaron del territorio de la Bahía de Guantánamo mediante el truco de la Enmienda Platt, documento legal que los EU obligó a incluir en la Constitución del 1901, bajo amenaza de no reconocer la independencia de Cuba y de no retirar sus tropas, en la antesala de la fundación de la república.
Esta enmienda le otorgaba la facultad a los EU de intervenir militarmente en la Isla, impedía suscribir tratados con gobiernos extranjeros y obligaba a arrendarles territorios para bases navales y carboneras.
Así las cosas, los EU pusieron su interés en la Bahía de Guantánamo, territorio de 117 kilómetros cuadrados, entre tierra firme, mar y pantanos, convirtiéndolo en una extensión de su territorio, donde construyeron una base naval, pagando una suma miserable de arrendamiento, que demostraba no solo su prepotencia sino la evidencia escrita del robo.
Pero desde la revolución del 1959, Cuba dejó de cobrar los cheques por la ocupación ilegal de la Bahía, no solo como mecanismo de protesta, sino como un acto de reafirmación ético-moral.
Año tras año el gobierno cubano reitera, con el apoyo de la gran mayoría de países del mundo, su rechazo a la ocupación extranjera militar en ese territorio y la devolución del mismo como corresponde. Plantea el gobierno cubano que la ilegalidad de la base se fundamenta en que su origen se realizó mediante coacción, y que la coacción es un motivo de nulidad en cualquier tratado o acuerdo a la luz del derecho internacional actual. Plantean además, que la base opera más allá del objetivo militar, sino político, formando parte de los planes de la contrarrevolución que incluyen la intervención de las tropas acantonadas en la base.
Uso del territorio como centro de encarcelamiento, torturas, golpizas y violaciones a las leyes internacionales
Si toda esa historia de tensión y de violaciones de derechos no fuera poca, a raíz de los eventos del 11 de septiembre de 2001, los EU establecieron allí una cárcel para albergar los llamados “terroristas combatientes enemigos” sin la obligación de ofrecerles las garantías a las que tenían derecho como prisioneros en suelo estadounidense.
Hasta 779 varones musulmanes llegaron a ser capturados y trasladados en secreto, encapuchados y esposados, a esta cárcel. La inmensa mayoría de los cuales no tenían nada que ver con aquellos ataques, la red Al Qaeda, o el terrorismo islámico.
La ocupación de Guantánamo es, sin duda alguna, sinónimo del uso sistemático de las capturas ilegales, torturas y detenciones arbitrarias. El resultado fue un uso y abuso generalizado de la tortura, la simulación de ahogamientos, golpizas, privación extrema de sueño, violaciones, entre otras barbaridades.
Se creo un sistema que no tendría ninguna de las garantías del sistema judicial estadounidense, o incluso un tribunal militar.
Se decidió que las audiencias se celebrarían en Guantánamo porque según ellos era un lugar fuera de las protecciones de la Constitución de los EU. Es decir, si los crímenes se cometen fuera de su territorio, como siempre suelen cometerse, son permitidos.
Hasta marzo del año pasado, quedaban alrededor de 30 presos que son personas adultas mayores, con problemas de salud física y mentales, causados tanto por su edad como por los malos tratos y torturas padecidas. Muestran signos de envejecimiento acelerado, empeorado por los efectos acumulados de sus experiencias y los años pasados bajo detención.
Bases militares en América Latina y en el mundo
Los acontecimientos en la base naval de Guantánamo pudieron estremecer al mundo, sin embargo, no son otra cosa, que ejercicios de la rutina que realiza el imperialismo, todos los días, en otros tantos lugares del mundo. Los Estados Unidos poseen alrededor de 700 u 800 bases militares en todos los continentes, incluyendo Groenlandia. Son aéreas, terrestres, navales y de comunicaciones y vigilancia. El número puede variar ya que el pentágono no informa sobre todas sus instalaciones militares. No están sujetas a leyes locales, operan con total autonomía. Se convierten en especie de embajadas. Se establecen con propósitos camuflajeados, como seguridad, vigilancia, entrenamiento, lucha contra narcotráfico… sin embargo, obedecen a su política oficial de mantener una hegemonía militar universal, clara y constante.
Desde esas bases no solamente atacan a otros países, sino al interior del país anfitrión, con licencia para destituir, imponer y matar.
La inmensa presencia militar de este imperio por todo el planeta es consecuencia de la proyección de su poder militar, respaldado por un presupuesto de defensa de más de 700,000 millones de dólares anuales.
En Latinoamérica aplican la Doctrina Monroe al máximo y de manera constante, en sus versión “América para los estadounidenses”, con presencia en al menos 80 bases militares, entre las cuales resaltan: 7 en PR, 12 en Panamá, 9 en Colombia, y 8 en Perú, concentrándose la mayor cantidad, como se observa, en Centroamérica y el Caribe.
Puerto Rico: pieza clave en los proyectos de intervenciones e invasiones
Por nuestra condición colonial, el caso de PR es sin duda alguna, distinto al resto de los países de Latinoamérica. Con nosotros ellos no tienen que discutir no negociar nada con los administradores de la colonia. Ellos deciden qué quieren, en qué lugar y de qué manera. Así lo hicieron en los años 40 en Vieques, en Aguadilla y en Ceiba, para establecer “Camp García”, “Ramey Field” y “Roosevelt Roads”, respectivamente. Esas tres bases fueron fundamentales para las acciones antes, durante y después de la segunda guerra mundial y otros conflictos surgidos.
Desde la invasión que sufrimos en el 1898 Puerto Rico ha sido pieza clave en los proyectos de intervenciones e invasiones de los EU tanto en América Latina como en otros lugares del mundo. Los boricuas que respetamos la libertad y la soberanía de los pueblos, sentimos vergüenza ajena, por la utilización de nuestro territorio para tales propósitos.
Desde nuestro territorio, el imperio realizó invasiones a Guatemala en el 1954; a la República Dominicana en 1965; a Granada en el 1983 y a Panamá en el 1989.
Desde las bases militares ubicadas en nuestro país, se apoyó a los militares salvadoreños que desataron una de las peores dictaduras del continente. Desde aquí se realizaron preparativos para atacar a Irak, con la llamada Tormenta del Desierto. Además, hubo preparativos para los militares puertorriqueños que se desplazaron para la guerra en Yugoeslavia y las operaciones militares en Kosovo.
Mas aun, en Puerto Rico se entrenó parte fundamental del personal de los Cuerpos de Paz que en la década de los 60 fueron asignados para trabajar en contrainsurgencia y espionaje en varias partes de Latinoamérica, particularmente en Ecuador.
En Puerto Rico han existido muchas bases militares las cuales han ido cambiando de funciones y categorías de acuerdo a los cambios tecnológicos, entre otros. La Base “Ramey Field” en Aguadilla, constituye un ejemplo de la importancia, la categoría y las funciones que realizaba esta y otras bases para el imperio desde suelo puertorriqueño. Veamos.
La base “Ramey” de Aguadilla, se estableció como defensa del Canal de Panamá. Fue la más grande en la cuenca del Caribe. Tenía la pista de aterrizaje más larga de toda Latinoamérica. De allí se volaba a Brasil y se cruzaba el Atlántico hasta África. Estaba adscrita al Comando Aéreo Estratégico, realizando funciones estratégicas vitales durante la guerra fría. Fue lugar de entrenamiento para fuego de artillería costera. Ofrecía servicios de mantenimiento y abastecimiento de combate a los bombarderos B52 durante conflicto de Corea y Vietnam, al igual que a los bombarderos que cargaban armas nucleares. Cerro operaciones en el 1975.
Bases como la que acabamos de describir en Aguadilla, el Campamento García de Vieques y Roosevelt Roads en Ceiba, han cerrado sus operaciones fundamentales. Sin embargo, los EU mantienen una serie de instalaciones menores de la Guardia Nacional y de la Reserva del Ejercito, que aunque llevan el nombre de Puerto Rico, en conjunto sustituyen las que antes existían ya que son parte de las fuerzas armadas de los EU y están ahí para proteger los intereses locales y regionales de ese país.
Al presente los Estados Unidos dirigen y están presente en:
Campamento Santiago en Salinas;
Campamento “Allen” en Juana Diaz;
Base Aérea Muniz en Carolina;
Parte de Roosevelt Roads en Ceiba y parte de Ramey Field en Aguadilla;
Fuerte Buchanan en San Juan;
Base de helicópteros en San Juan;
Observatorio de Comunicaciones en Toa Baja;
Base del radar ROTHR en Vieques.
Mantiene aproximadamente 20 armerías y efectivos de aire y tierra (Reserva y Guardia Nacional) que sobrepasan 10,000 militares.
Así también, mantienen otras fuerzas que protegen dichas bases y espacios militares federales, como “Home Land Security”, el Negociado Federal de Investigaciones (FBI) y un Tribunal Federal.
Planteado esto, es necesario afirmar que nuestro pueblo ha estado en constante lucha contra esas bases y espacios militares, al punto que hemos logrado el cierre fundamental de las más importantes, como Culebra, Vieques y Roosevelt Roads. El cierre de las primeras dos (Culebra y Vieques) lo logramos mediante una lucha de desobediencia civil, ardua y larga, en la cual sufrimos cárcel y hasta un asesinato de un desobediente en una cárcel de la Florida.
El resumen de esas luchas, más allá de la victoria tangible que pudimos lograr a nivel local, fue la contribución a la eliminación de lugares y proyectos de adiestramientos y preparación para intervenciones e invasiones a otros pueblos de América y del mundo.
Daños ambientales que producen las bases militares
La existencia de las bases militares en diversas partes de Latinoamérica como en el mundo, ha sido tema de debate y controversia a lo largo de la historia, con resultados que varían dependiendo del contexto especiifico de cada país o región. Sin embargo, estos resultados siempre se analizan desde la visión político-militar, excluyendo otros, como el ambiental.
Como luchador por el medioambiente, creo oportuno destacar algunos elementos que considero importante que sean integrados a la discusión y análisis de ese problema.
La presencia de estas bases tienen impactos ambientales sobre el territorio donde están enclavadas y en las comunidades aledañas.
El almacenamiento y manejo de materiales peligrosos, combustibles y productos químicos, sustancias toxicas, la práctica de eliminación inapropiada de desechos, pueden resultar en la contaminación del suelo y las aguas subterráneas.
La expansión y operación de instalaciones militares pueden resultar en la deforestación, perdida de hábitats naturales y fragmentación de ecosistemas locales, provocando efectos negativos en la biodiversidad, impactando la flora y fauna nativa y provocando la perdida de especias amenazadas.
El entrenamiento militar, el tráfico de vehículos, las operaciones aéreas y el uso de armas pueden provocar contaminación acústica significativa en las áreas cercanas a las bases militares.
Las bases militares suelen requerir una gran cantidad de recursos naturales, como agua, electricidad y materiales de construcción. El uso intensivo de estos recursos puede contribuir a la escasez de agua, la deforestación y la emisión de gases de efecto de invernadero.
Es importante monitorear de forma adecuada los impactos ambientales de las bases militares, fundamentalmente los relacionados con el recurso agua.
Para terminar, queremos reiterar la posición de nuestro Comité de Solidaridad con Cuba, de otras organizaciones afines, así como de otros sectores y personas progresistas de nuestro pueblo, de respaldo total a la devolución inmediata del territorio de Guantánamo a su dueño natural. Así también, que todos los detenidos en la actualidad en la base, sean liberados y enviados a sus respectivos países; y por último, que se investiguen de parte de las organizaciones pertinentes, todas las denuncias de abusos y violaciones de derechos que se cometieron en ese territorio y que se publiquen los resultados con el propósito de denuncia y que no vuelvan a ocurrir.
¡Fuera bases militares de América Latina!
¡Devolución del territorio de Guantánamo ya!
¡Viva Puerto Rico Libre!
Juan Camacho es maestro, ambientalista y luchador por la independencia de Puerto Rico. Dirigió los procesos de desobediencia civil en el Campamento Justicia y Paz de Vieques para sacar a la marina de guerra de los Estados Unidos de esa isla-municipio. Fue encarcelado en dos ocasiones en la cárcel federal de los Estados Unidos en Puerto Rico por actos de desobediencia civil. Es miembro del Comité de Solidaridad con Cuba de Puerto Rico, así como participante de la Brigada Juan Rius Rivera.
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