LA BANDERA PUERTORRIQUENA: PIEZA FUNDAMENTAL, AYER Y HOY, DE LA UNIDAD DE NUESTRO PUEBLO
Desde Ceiba, Puerto Rico, a 11 de junio de 2023
Por Juan Camacho
Buenas tardes a todas y a todos. Hoy celebramos el dia nacional de nuestra bandera. A esos efectos me han asignado la tarea de exponer ante ustedes algunas consideraciones, tanto objetivas como subjetivas, sobre este símbolo de tanto arraigo en nuestro Pueblo.
La asignación de hablar sobre la bandera en un dia tan especial como hoy, constituye un verdadero honor y más, cuando lo realizamos en un lugar tan significativo como este, la casa que fue la morada de una de una gran patriota y ante gente como ustedes que le han dado vida y actualidad a esta estructura como imagen digna y representativa de la lucha que defendió Isabel en todo lo largo de su vida.
He titulado mi mensaje LA BANDERA PUERTORRIQUENA, PIEZA FUNDAMENTAL, AYER Y HOY, DE LA UNIDAD DE NUESTRO PUEBLO, y lo he escrito precisamente desde la perspectiva de la amplitud y la unidad que hemos conservado al presente y destacando la urgencia de no solo mantenerla, sino aumentarla y fortalecerla, ya que así nos exige la realidad colonial que vivimos.
Los elementos controversiales que existieron y existen sobre la bandera, desde su adopción hasta el matiz o intensidad que debe tener el azul de su triangulo, no debe pasar de ser una tarea de estudio para los historiadores y no convertirse en una controversia que genere la disputa que lejos de contribuir a la unidad tan deseada, nos aleje de ella.
Una bandera es un paño, es un paño con símbolos y colores que representa no solamente a una nación, sino que pudiera representar una comunidad, un partido político, un equipo de beisbol o cualquier otro grupo organizado. Sin embargo, todas las banderas tienen un componente mental, que es el contenido que la mente de cada uno añade al paño. El componente mental de nosotros y nosotras hacia esta bandera es el país, es la nación, los eventos importantes y sobre todo, la libertad.
En el antiguo Egipto o en el imperio romano, por ejemplo, las banderas eran estandartes de lana que no podían ondear. Sus orígenes propiamente dichos eran militares; se utilizaban para identificar barcos de guerra o tropas.
En esa época las banderas no se asociaban a países, sino a reyes y dinastías, pero con la llegada de la idea de nación y nación-estado, la bandera adquirió otro significado, que es el de identificar un gran número de personas que viven en un territorio.
Un dato histórico de mucha trascendencia ocurrió cuando Betances, al ser consultado sobre el diseño de nuestra bandera, expresó que cualquier paño podía ser bandera. El patriota usó el termino francés “drappeau”, que significa paño, pero alguien lo tradujo como trapo, situación que causó malestar, ya que en Puerto Rico el término trapo contiene una gran carga peyorativa.
Como nota al calce , existen dos poemas que obviamente guardan relación con este malentendido de Betances. Uno del poeta Pachín Marín escrito en 1896, titulado El trapo y 99 años más tarde, en el 1995, uno de Rafael Cancel Miranda titulado Mi bandera no es un trapo. El de Rafael comienza así:
“No es un pedazo de trapo, de cinco franjas y una estrella, es el espíritu inmolado, de los que han muerto por ella”.
Pero si aun quedara alguna duda sobre el malentendido de Ramón Emeterio Betances, debería resolverse con el texto de su testamento, escrito por él a puño y letra:
“Cuando llegue el anhelado día, si mis restos son llevados a mi querido PR, pido que vayan envueltos en la sagrada bandera de la patria mía”. (petición que se cumplió a cabalidad y con los mas altos honores)
Hoy y todos los días del año, tenemos la responsabilidad de destacar que más allá de un paño de colores, (que objetivamente lo es) nuestra bandera es el símbolo más importante y valioso de nuestra nación, el cual desplegamos, tanto en los momentos de triunfos y logros, como en los momentos de dolor. Simboliza los sufrimientos, las luchas, las victorias y sobre todo la esperanza de un pueblo que no ha alcanzado su derecho natural a la libertad.
Usamos la bandera en los actos políticos, en las grandes celebraciones y conmemoraciones, en los triunfos deportivos y culturales, en las luchas de pueblo, en los lugares lejos de la patria, y en otras instancias donde haya que demostrar nuestra cría e identidad nacional.
El izamiento de nuestra bandera por primera vez, el 22 de diciembre de 1895, en un acto patriótico en el Chimney Hall de la ciudad de Nueva York, la convirtió en la bandera única y exclusiva de la independencia, atributo que no ha variado, aunque haya sido impuesta, politiqueramente, como la bandera oficial de la colonia en el 1952.
Pero como suele suceder con los símbolos nacionales que identifican y separan los pueblos de sus opresores, la historia nos cuenta que nuestra bandera ha sido causa de represión contra las personas que de alguna manera la aceptaron y/o utilizaron mientras era prohibida por la ley de la mordaza del 1948, la cual convertía en crimen tenerla o portarla, arrastrando a la cárcel a los ciudadanos que la exhibieran públicamente e incluso en la intimidad de sus hogares, como fue el caso de Don Modesto Gotay por simplemente tenerla flotando en el techo de su residencia.
Si bien es cierto que la ley de la mordaza tenía como objetivo intentar frenar la fuerte militancia del Partido Nacionalista y la fuerza electoral del Partido Independentista Puertorriqueño, mediante una férrea campaña de vigilancia y miedo a la independencia, la bandera no dejó de ser el elemento común entre todas esas fuerzas. No dejó de serlo en esos momentos ni ha dejado de serlo en estos días.
Por esa razón, ni la represión de la colonia, ni mucho menos la del imperio, antes y después de la mordaza, amilanó a nuestros grandes luchadores, quienes la colocaron siempre en la primera fila de los grandes eventos libertarios que se libraron en esas décadas terribles.
Dos años después de su izamiento en Nueva York, se enarboló en la intentona de Yauco en el 1897, y por Águila Blanca frente a la invasión yanki del 98.
Fue emblema del Partido Nacionalista en las elecciones de 1932;
Lideró los actos que produjeron la masacre de Ponce, donde fue levantada para que no cayera al piso por la patriota Dominga de la Cruz Becerril;
Fue enarbolada por Blanca Canales y Heriberto Marín en Jayuya en la proclamación de la república;
Así también, fue desplegada en denuncia a la colonia por Lolita Lebrón y otros 3 boricuas en el Congreso yanki en el 1954.
El diseño y adopción de nuestra bandera, de forma rectangular, de 3 franja rojas, 2 blancas, dispuestas de forma alternada, con un triángulo equilátero de color azul con una estrella blanca de 5 puntas en el centro, fue una genuina versión de la bandera cubana, pero con los colores invertidos, prueba irrebatible de la hermandad de nuestro pueblo con la mayor de las antillas.
Es necesario entonces, destacar el patriotismo, esfuerzo y dedicación de varios boricuas de la época, altamente relacionados con el tema de la bandera, la solidaridad con Cuba y muy cercanos al patriota José Martí, como obviamente lo fueron: Antonio Vélez Alvarado, Juan de Mata Terreforte, Gonzalo (Pachín) Marín, Lola Rodríguez de Tió, Manuel Besosa, Sotero Figueroa y otros más.
Así las cosas, hoy, 128 años después de su primer izamiento, y a 71 del establecimiento del embeleco colonial del estado libre asociado en el 1952, nuestra bandera sigue siendo la bandera de la lucha libertaria, la bandera de los logros y victorias, la bandera de todo un pueblo.
Y es aquí donde debemos detenernos. Es aquí donde debemos mirar con ansias de futuro libertario que el verdadero significado de nuestra bandera no solamente esta incólume, sino que cada día es más amplio, inclusivo y prometedor.
Para nuestro pueblo la bandera de las franjas y la estrella solitaria no es la bandera de la colonia, sino de la libertad. El estado puede mantenerla como ente oficial del gobierno, colgada al lado de la extranjera, pero cuando se despliega y ondea, es la bandera del pueblo.
Que nadie se confunda. No es la bandera que le abrió las puertas a la llegada de la Junta de Control Fiscal, ni mucho menos la que pretende robar las pensiones a nuestros viejos y destruir nuestra Universidad. Es la bandera de futuro, es la bandera de nuestros derechos humanos, es la bandera promisoria.
Es la bandera que Carlos Arroyo agitó sobre su pecho desde su camiseta en la victoria del equipo nacional contra los Estados Unidos.
Es la bandera que levantan con orgullo patrio nuestros deportistas desde sus barrios hasta en los Juegos Olímpicos. …..
Es la bandera que, por iniciativa propia, un joven artista de nombre Héctor Collazo, pinta en todos los pueblos de la isla bajo su proyecto 78 pueblos, una bandera, con el propósito, según afirma el artista: “de animar y elevar el espíritu de amor patrio y promover la puertorriqueñidad”.
Es la bandera que grupos importantes del país han fusionado con sus posiciones de lucha por defender sus más elementales derechos, como es el caso de la comunidad LGBTTQ +.
Es la bandera pintada como protesta en solo blanco y negro, que un grupo de jóvenes ha utilizado como estandarte de grandes luchas y protestas contra el gobierno, la deuda y contra la junta de control fiscal.
Es la bandera que Tony Mapeyé, con el más grande orgullo, muestra en la clavija de su cuatro.
Es la bandera que a principio de los años setenta, más de una década después de haberse abolido la ley de la mordaza, se pretendía impedir que nosotros los maestros la lleváramos prensada en los cuellos de nuestras camisas.
Es la bandera que nuestros niñitos y niñitas de primaria aprenden a dibujar y colorear desde el primer intento, como si la llevaran en sus genes.
Es la enseña que los Guardianes de la Bandera de Guajataca, Quebradillas, mantienen enarbolada los 365 días del año, no solamente en su honor, sino en honor a Don Pedro Albizu Campos, nombre que también lleva el merendero costero donde esta izada.
Para refrendar estos planteamientos citamos las palabras precisas del amigo y compañero Lcdo. Alejandro Torres Rivera en el aniversario de la bandera en el 2019:
“A lo largo del siglo pasado, no hubo un solo momento en que la bandera adoptada en 1895 no fuera la bandera del independentismo en lucha".
Siendo entonces nuestra bandera un símbolo reconocido como aglutinador de nuestro pueblo, representativo desde las luchas libertarias de otrora y actuales, hasta desde los eventos cívicos, culturales, deportistas, educativos, comunitarios, y otros, es urgente y necesario que hagamos un llamado a la unidad nacional, desde la honorabilidad de este hogar, de todos los sectores independentistas, con la bandera como faro aglutinador, dirigido a conversar la independencia desde las distintas diversidades, sin que nadie se quede atrás y sin que nadie se sienta excluido.
El momento y las condiciones están propicias para dar ese paso. Las denuncias contra el bipartidismo sigue ganando camino; el partido de la independencia asi como los emergentes han dado un giro positivo electoral en términos cuantitativos; los grupos comunitarios y/o ambientales han redefinido sus propósitos de lucha desde la perspectiva de los derechos humanos y del fin de la colonia; decisiones judiciales como el caso Sanchez-Valle y la ley Promesa, han roto el dique de los que todavía pensaban darle una oportunidad a la colonia; el cierre de mas de 600 escuelas como el ataque contra las pensiones de nuestros viejos han demostrado ser crímenes aborrecibles; la situación de la universidad del pais es insostenible; Luma pretende cargarse todo el dinero de la recuperación del sistema de energía y dejarnos arrollados en el mar de los combustibles fósiles; el robo de nuestros activos se sigue cometiendo bajo el disfraz de la privatización; y sume y siga.
Ahora más que nunca nuestras fuerzas (que son muchas, que nadie se engañe) necesitan agruparse para conversar sobre lo que está pasando y para trazar el camino a seguir. No hay de otra. Hay que ocupar los espacios que la realidad objetiva produce. No hacerlo, es desperdiciar un gran momentum político. Vamos palante! Nuestra bandera marcará el camino.
¡Seguimos!
¡Viva Isabel Rosado Morales!
¡Viva Puerto Rico Libre!
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