Este 26 de agosto recordamos con admiración, respeto y agradecimiento, al puertorriqueño Juan Rius Rivera, quien, por su valor y pericia en las guerras por la independencia de Cuba, fue ascendiendo progresivamente en grados militares hasta alcanzar el de Mayor General del Ejército Libertador.
Procedente de la municipalidad de Mayagüez, en el occidente de Puerto Rico, donde nació el 26 de agosto de 1848, con apenas 20 años de edad se vinculó a una de las sociedades secretas involucradas en los preparativos del Grito de Lares (23 de septiembre de 1868), cuyo principal artífice era Ramón Emeterio Betances, Padre de la Patria borinqueña.
Aquel histórico levantamiento contra el dominio español tuvo lugar 17 días antes del Grito de Yara, en Cuba, protagonizado por Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, iniciando de esa manera la Guerra de los Diez Años, que marcó el proceso de formación de la identidad nacional cubana.
Sobre ambos sucesos independentistas, Betances proclamó: “Somos hermanos, somos uno en la desgracia; seamos uno también en la Revolución y en la Independencia de Cuba y Puerto Rico. Así podremos formar mañana la confederación de las Antillas”.
Precisamente, con Betances y su coterráneo, Eugenio María de Hostos (consagrado intelectual, filósofo, político, sociólogo y escritor puertorriqueño), se encontró Rius Rivera en Nueva York, donde, el 16 de marzo de 1869 se fundó la “Junta Central Republicana de Cuba y Puerto Rico” e integró la primera expedición hacia Cuba, cuyos 21 tripulantes del vapor Anna desembarcaron en la ensenada tunera de Covarrubias, el 19 de enero de 1870, con diferentes tipos de armas y municiones.
De inmediato, Rius Rivera se convirtió en ayudante del oficial mexicano José Inclán Risco y luego, aprovechando sus conocimientos y el dominio de varios idiomas, el general Calixto García Íñiguez lo designó secretario de su Estado Mayor.
Se destacó en diversos combates contra las fuerzas colonialistas españolas, resultando herido en Potrerillo, el 18 de agosto de 1875, así como en Los Altos, cerca de Gibara, el primero de mayo de 1876. Estuvo al frente del Regimiento Holguín, combatiendo en Sabanilla, Baracoa, y Santa Rosalía, en Gibara.
Tras la firma del Pacto del Zanjón, el 10 de febrero de 1878 - que establecía la capitulación del Ejército Libertador frente a las tropas españolas del general Arsenio Martínez Campos -, el Mayor General Antonio Maceo protagonizó la viril Protesta de Baraguá, el 15 de marzo de ese propio año 1878 y entre sus acompañantes se encontraba el reconocido oficial boricua, quien había combatido, además, bajo las órdenes de Vicente García y Máximo Gómez, a quien acompañó durante la campaña de Las Villas, en 1975.
Finalizada la Guerra de los Diez Años, acompañó a Maceo a Jamaica. Después visitó varios países y finalmente se estableció en Honduras, donde formó familia, durante el periodo denominado La tregua fecunda (1878-1895) en Cuba.
En su pensamiento siempre estuvo volver a Puerto Rico para realizar un levantamiento armado y hacer realidad los propósitos del Grito de Lares, sin embargo, a inicios de 1896, al comprender que no existían condiciones para hacerlo, se sumó a la Guerra Necesaria, encabezando una expedición, que desembarcó por Pinar del Río, en el vapor Three Friends. En esa zona occidental de Cuba lo recibió su amigo, el Mayor General Antonio Maceo, quien lo designó jefe del Quinto Cuerpo de Ejército de las tropas mambisas.
El 7 de diciembre de ese año, 1896, cayó el Mayor General Antonio Maceo, junto a su ayudante Panchito Gómez Toro, en San Pedro, Punta Brava, La Habana, por cuya razón, Rius Rivera fue promovido a Comandante en Jefe de las fuerzas pinareñas. Dirige nuevos combates contra el persistente acoso enemigo hasta que, a finales de marzo de1897 resultó gravemente herido y capturado, durante el asalto a su campamento, en el lugar conocido por Cabezas, de Río Hondo, Pinar del Río.
Lo enviaron a la prisión del Castillo de La Cabaña, en La Habana, donde intentaron doblegarlo y al negarse, con firmeza, lo trasladaron al Castillo de Montjuich, Barcelona, España, donde permaneció hasta el final de la guerra, en 1898.
Entonces regresó a Cuba, donde participó en la redacción de la primera Constitución de la República, rechazando de manera viril y definitiva la introducción de la Enmienda Platt, así como la corrupción y el entreguismo a Estados Unidos. De todas maneras, ocupó algunas responsabilidades, incluyendo las designadas por el gobierno de Estrada Palma, tras la constitución de la República neocolonial, en 1902.
La desilusión lo condujo a abandonar la isla cinco años después, restableciéndose definitivamente en Honduras, junto a su esposa, convirtiéndose en destacado banquero, hasta su fallecimiento, el 20 de septiembre de 1924, a los 76 años de edad. Sus restos, que fueron traídos a Cuba en 1958, reposan en el habanero cementerio de Colón.
Este 26 de agosto - cuando se cumplen 175 años del natalicio del solidario puertorriqueño, de mayor rango militar entre sus coterráneos, deben reconocerse sus desvelos por hacer realidad la independencia de su amada tierra, como lo hizo por Cuba.
Anhelos que también estuvieron presentes en las bases del Partido Revolucionario Cubano creado por José Martí para organizar la Guerra Necesaria, al señalar, como objetivo de esa organización, además de lograr la independencia de Cuba, “fomentar y auxiliar la de Puerto Rico”.
Otro tanto hizo el Mayor General Antonio Maceo quien, en carta enviada al patriota cubano Anselmo Valdés, desde San Pedro de Sulia, Honduras, el 6 de junio de 1884, dejó sentado:
“…Cuando Cuba sea independiente solicitaré del Gobierno que se constituya, permiso para hacer la libertad de Puerto Rico, pues no me gustaría entregar la espada dejando esclava esa porción de América; pero si no coronare mis fines, entregaré el sable pidiendo a mis compañeros que hagan lo mismo.”
Con toda razón, Dolores (Lola) Rodríguez de Tió, autora del himno nacional de Puerto Rico, cuya letra escribió en 1868, al radicarse en Cuba dejó sentado en sus, también trascendentes versos que, ¨Cuba y Puerto Rico son/ de un pájaro las dos alas¨.
A Cuba y Puerto Rico los unen, la geografía; la historia, con los Gritos de Lares y Yara, la presencia borinqueña en las guerras independentistas; la similitud de las banderas, la nobleza y altruismo de su gente. Para continuar los gestos de amor que unen a ambos pueblos, fue creado en Puerto Rico el Comité de Solidaridad con Cuba y en 1991, la Brigada Juan Rius Rivera, que este año, en su visita número 32, cumplió un amplio programa de actividades en Holguín, Guantánamo, Santiago de Cuba, Granma y Camagüey.
Para inmortalizar la memoria del Mayor General Juan Rius Rivera, quien nació en Puerto Rico, peleó bravíamente por la independencia de Cuba, ganándose la admiración y el respeto de Máximo Gómez y Antonio Maceo, y falleció en Honduras -, se levantó, en el año 2013, un monumento ecuestre (del artista Salvador Rivera Cardona) en Mayagüez, cerca del Puente Balboa, donde, este 26 de agosto, el Comité de Solidaridad con Cuba ha convocado a un acto, para honrar su memoria, a popósito del 175 aniversario de su natalicio en esa municipalidad.
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