Por Kevin Miguel Rivera Medina
La trova es un arte, una forma que nos lleva a la reflexión, a contar y cantar; es lenguaje, poesía y creatividad. La trova es cultura colectiva rural, es representación de pueblos; pero también es muy personal, porque es abrir el intelecto de quien trova, el alma de quien interpreta, para llevarnos su mensaje. Puede ser muy seria o altamente jocosa; puede ser de absoluta hermandad o representar el mayor duelo entre trovadores o trovadoras. La trova es un festín de manjares para el oído de quien la escucha; y cuando unimos ese arte prestigioso a un propósito igualmente glorioso, tenemos asegurada una velada memorable.
Así que mi primer agradecimiento va a cada artista que hoy toca este escenario; por compartirse, por entregarse, por brindarnos un pedazo de su país para celebrar lo que nos une. Esa hermandad se refleja en dos vías principales: por un lado, el uso del idioma y la música común para diseminar la cultura campesina; y, por otro lado, el reclamo de justicia y de respeto a los derechos humanos de los pueblos.
Hoy, 10 de diciembre, día en que se conmemora internacionalmente los derechos humanos, habiéndose adoptado en 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos por Asamblea General de las Naciones Unidas; esa Declaración que ha sido más veces ultrajada que defendida; desde aquí renovamos votos de defenderla, ampliarla, atemperarla, desarrollarla, hasta que cada persona que habite esta tierra lleve una vida digna.
Sabiendo que a la nación puertorriqueña le sobrevienen años de luchas importantes, el internacionalismo y la hermandad entre los pueblos se canta y se celebra para inyectarnos fuerza.
Mi segundo agradecimiento va a quienes han hecho posible esta actividad. Desde la dirección de Decimanía; el Colegio que nos reabre las puertas con el cariño de siempre; las personas voluntarias de organizaciones hermanas y contratistas que nos dan la mano para el disfrute colectivo, para que todo salga bien, y que permiten que esta actividad sea exitosa; a quienes integran el Comité Pro-Derechos Humanos de Puerto Rico, que se entregan a cada tarea con valor y con mucho sacrificio (hago especial mención de la gran Rita Zengotita, Carlos Nieves, Milagros Rivera, y Marilú Carrasquillo). Saben que esta es la actividad cumbre de recaudación de fondos, que permiten al Comité maximizar su aportación a varias causas de justicia y libertarias, así que gracias a ustedes por estar aquí.
Hoy celebramos a los pueblos que resisten, porque la valentía de los pueblos en resistencia nace del amor patrio y lo renuevan. La libre autodeterminación, la dignidad, y la justicia de los pueblos dependen de su resistencia y lucha contra invasiones y colonizaciones, contra la opresión y la explotación -sea externa o interna-, por la preservación de sus elementos culturales e idiosincráticos. La resistencia podrá ser organizada o espontánea, pacífica o armada, económicas o creativas, o una mezcla de ellas. La resistencia reivindica y salva a los pueblos.
Hoy, desde un pueblo en resistencia, celebramos a los demás pueblos que resisten, sean los pueblos indígenas en toda nuestra América, nuestro pueblo hermano caribeño de Haití, la nación saharaui, el valeroso pueblo cubano, entre muchos otros. Pero muy en especial, esta noche nuestra fuerza va para el pueblo palestino en resistencia. Desplazado y despojado de sus tierras, sometidos a una ocupación militar destructora apoyada por los poderes hegemónicos mundiales, y víctimas de un cruel genocidio y limpieza étnica por el creado Estado de Israel, Palestina resiste de mil maneras, y vencerá con el apoyo de los pueblos del mundo. Desde Puerto Rico, va nuestro abrazo.
Finalmente, esta actividad se le dedica a un enorme compañero de mil batallas. No será a modo de semblanza, porque no acabamos hoy. El pasado domingo me llegaba en la mañana uno de esos mensajes que Eduardo Villanueva Muñoz envía bastante seguido, para nuestra suerte, y que firma al final “desde mi costa isabelina”. Los mensajes de Tuto invitan a la reflexión, a la indignación, al amor -patrio y por la gente-, a la justicia, a la acción, y a acercarse a los niveles ético-morales de quienes, como él, se entregan a las causas que más atesora.
Esta vez era un poema de Gabriela Mistral que se titula “El placer de servir”.
Toda la naturaleza es un anhelo de servicio.
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;
Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
Donde haya un esfuerzo que todos esquiven, hazlo tú.
[…]
Que no te llamen solamente los trabajos fáciles:
¡es tan bello hacer lo que otros esquivan!
Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito con los grandes trabajos;
Hay pequeños servicios que son buenos servicios: adornar una mesa, ordenar unos libros, peinar a un niño.
Aquel critica; este destruye; se tú el que sirva.
Desde finales de mayo de 1953 nos acompaña Tuto, isabelino que muy joven caló en el Colegio de Mayagüez, y caló en la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras; y cala como enorme buque donde quiera que sea recibido y escuchado. Tuto es un maestro por naturaleza, y defensor por convicción. Fue profesor de ciencias políticas, de historia en la universidad de Puerto Rico; así como de una decena de cursos de Derecho, en la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, en la Facultad de Derecho Eugenio María de Hostos y en la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana.
Don Eduardo Villanueva Muñoz ha sido publicado en revista jurídicas y en infinidad de artículos en la prensa de nuestro país. Es autor prolífico de diversos libros que mezclan reflexiones profundas, inquietudes sociales, propuestas políticas, pensamientos literarios y sobre la educación, ensayos históricos, y consideraciones del derecho criminal y la Justicia. En ellos se demuestra su amplio conocimiento de múltiples áreas del saber, el dominio sobre diversos temas, su afirmación nacional para lograr el internacionalismo, y, sin duda alguna, la enorme práctica de la lectura voraz. Ser lector insaciable y analista escrupuloso le ha permitido ser, además, un excelente conversador, orador y conferencista en y fuera de Puerto Rico.
Respetado abogado, no sólo por su capacidad como investigador y litigante, sino por su intelecto, Eduardo Villanueva ocupó diversas posiciones en las estructuras de liderato del entonces Colegio de Abogados de Puerto Rico, desde dirigir la Delegación José de Diego, de Aguadilla; presidir la Comisión de Derechos Humanos y Constitucionales, hasta ser electo presidente de la Ilustre institución en momentos de intenso asedio por el gobierno durante el último bienio del pasado siglo.
El licenciado Villanueva Muñoz integró, además, la Comisión de Derechos Civiles de Puerto Rico, y fue portavoz, por muchos años de nuestro Comité Pro-Derechos Humanos, destacándose de manera enorme y apasionada en las campañas por la excarcelación de nuestros presos políticos. Sus visiones sobre los derechos civiles y políticos de los pueblos y las personas son tan amplias como profundas; firmes y bien engranadas; sin titubeos. Como es de esperarse, a Tuto le han conferido variadas distinciones, entre las que destaco la Medalla Gilberto Concepción de Gracia, que otorga el Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico.
Tuto Villanueva es, aparte de todo, un intelectual sencillo, un gladiador de alma muy noble y atenta, un ser humano extraordinario. Movido por el amor y la ternura, la Patria y la Justicia; y en no pocas ocasiones por la poesía, la décima, y el vino tinto, Tuto se ha ganado el cariño -que va más allá del respeto- de la gran gama de pensamientos por la libertad en el país, pero también se lo ha ganado fuera de sus líneas de pensamiento político.
Para el Comité Pro-Derechos Humanos de Puerto Rico es un privilegio contar con Tuto, uno de los imprescindibles, a decir de Bertolt Brecht; de esos que conocen que es bello hacer lo que otros esquivan. Gracias, y mil veces gracias, Tuto Villanueva Muñoz.
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