En nuestra nación y en la diáspora, hay una antigua tradición de unidad en la acción, que se remonta a principios del siglo veinte, luego de la invasión militar de Estados Unidos de 1898, cuando la resistencia de nuestros maestros de escuelas públicas, enfrentaron los desmanes imperiales.
En la historia de Puerto Rico, hemos aprendido a unir fuerzas, más allá de preferencias de estatus político, para lograr objetivos comunes. Por ejemplo, en el 2019, esa unidad obligó a someter su renuncia al ex-gobernador colonial y anexionista, Ricardo Roselló.
Esa noticia recorrió el mundo, porque previamente, más de medio millón de personas marcharon por la principal avenida del país, exigiendo su dimisión. Además, decenas de actividades masivas y combativas, se llevaron a cabo previamente, frente a la mansión del primer mandatario.
Lo que provocó esa respuesta tan contundente del pueblo, fueron los comentarios indecorosos y discriminatorios sobre la oposición política y los grupos minoritarios del país.
Esto se hizo de manera grosera, en un chat personal con lenguaje obsceno, entre sus colaboradores de gobierno, que se divulgó públicamente y provocó la indignación popular.
Además, hace dos décadas, forzamos la salida de la Marina de Estados Unidos del municipio de Vieques, que se utilizó durante sesenta años, para prácticas de tiro de USA y varios países invitados de la OTAN, con barcos de guerra modernos. El resultado fue que destruyeron parte de los terrenos de nuestra isla nena para propósitos militares y se contaminó el ambiente. Las graves consecuencias de salud para la población, se reflejan en la altísima taza de enfermedades respiratorias.
Miles de personas fueron arrestadas por actividades de desobediencia civil en Vieques, incluyendo el liderato comunitario y político progresista de todo el país, así como personalidades de prestigio internacional. La consigna “Paz para Vieques“ resonó en las Naciones Unidas (ONU) y en todos los medios de comunicación masivos del mundo.
Previamente, se presionó nacional e internacionalmente, para la liberación de nuestros héroes presos independentistas y vencimos la imposición del Servicio Militar Obligatorio de Estados Unidos en Puerto Rico. Hemos demostrado por más de un siglo, que conocemos ese arte de la unidad en la lucha política, social y cultural.
Todas estas experiencias fueron conquistas por reivindicaciones inmediatas, que nos sirven de ejemplo, frente a un enemigo tan poderoso como Estados Unidos. Para muchos historiadores, nuestro valiente pueblo aguerrido, ha podido sobrevivir todos los intentos de asimilación cultural de USA, convirtiéndonos en un referente importante para otras luchas centenarias.
En esas gloriosas gestas, siempre fueron las continuas manifestaciones masivas de desobediencia civil y las movilizaciones multitudinarias, los principales métodos de lucha pacíficos. Esa fuerza unida del pueblo, nos abrió el camino hacia todas las victorias ciudadanas, principalmente en las últimas décadas.
Sin embargo, también en el pasado han existido grupos armados del Partido Nacionalista dirigido por el patriota y mártir Pedro Albizu Campos, que atacaron el Congreso de USA, los “Comandos Armados de Liberación (CAL)“ y “Los Macheteros”, encabezados por el mártir Filiberto Ojeda Ríos, entre otros. Esas organizaciones clandestinas más recientes, ejecutaron operativos militares exitosos, sin precedentes dentro del territorio de Puerto Rico.
Lo propio lograron las “Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN)”, quiénes realizaron sendos operativos militares al interior del territorio de USA. Esa digna representación de nuestra diáspora puertorriqueña, se convirtió en la principal guerrilla urbana, en la historia del imperio.
Como vemos, en nuestra nación y en la diáspora, hay una antigua tradición de unidad en la acción, que se remonta a principios del siglo veinte, luego de la invasión militar de USA de 1898, cuando la resistencia de nuestros maestros de escuelas públicas, enfrentaron los desmanes imperiales. Fueron ellos los que derrotaron la imposición del idioma inglés como el oficial en nuestro sistema educativo. Desde entonces, hemos defendido con éxito nuestra hermosa cultura caribeña y latinoamericana.
En esa primera trinchera de lucha política y cultural, se han obtenido con sudor y sangre, muchos logros, gracias a la unidad de la clase trabajadora, del movimiento estudiantil y de todos los sectores progresistas. Por eso, hemos seguido avanzando en el proceso de descolonización, luego de 124 años de dominación y explotación colonial.
A pesar de la continua represión y la perversidad de la potencia del norte, Puerto Rico se levanta hoy, más que nunca, en resistencia, contra el colonialismo y el capitalismo salvaje.
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