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Por Lirians Gordillo Piña
María Eugenia Quintana Esquivel cumplió 84 años en abril y se siente con buena salud salvo algunos achaques que se empeñan en recordarle “el peso de los años”.
A esta maestra de Literatura, luego graduada de la Universidad del Adulto Mayor y fundadora de un aula del proyecto en el municipio La Lisa, la covid-19 ha sido otro reto para mantenerse activa cuidándose. Mujeres conversó con ella, en busca de experiencias y aprendizajes.
Su vida y vivencias hablan no solo de la mujer emprendedora y sabia que es, sino también de cuánta vida han traído programas y políticas destinados a adultos mayores en Cuba; experiencias que dejaron recursos muy útiles para el aislamiento y los cambios que impone la pandemia.
¿En qué trabajaba usted?
Soy profesora de Español y Literatura. Me licencié en el 92 por las cuerdas vocales. Después de eso pasé seis años en el Sindicato de Educación dirigiendo a los jubilados de mi barrio. Empecé en la Universidad del Adulto Mayor cuando se inició en el municipio La Lisa en el 2002. Creé un aula en Balcón Arimao, en la casa comunitaria de allí, estuve ocho años sacando adultas y adultos mayores de sus casas con 130 graduados. Lo dejé porque tuve problemas familiares me enfermé y me puse mal. Pero por la experiencia que he tenido en me solicitan para participar en muchos proyectos y como me siento con capacidad, pues siempre participo.
¿Ha cambiado mucho su rutina en estos meses?
Bueno, yo todos los días hacía mis ejercicios, iba a la bodega y estaba en mis actividades habituales. Ahora con todo esto, me cuesta un trabajo estar sentada y luego pararme, no es lo mismo hacer ejercicios cuando uno está en el grupo, que hacer los ejercicios sola. Por lo demás me siento bien, porque yo me lo hago todo, como vivo sola. También leo mucho.
Además, estoy en un grupo de energía que nos reuníamos semanalmente. Pero como no hemos podido por la covid-19, hicimos un grupo en WhatsApp y con la profe nos hemos mantenido activas.
Esta es una actividad muy buena, porque es para que una se siente bien, sin darle mucha importancia a las cosas, mirando siempre la vida desde un punto de vista positivo. Esto me ha ayudado mucho a no desesperarme con toda esta situación y comprender que las cosas suceden cuando tienen que suceder y hay que agradecer y sacar enseñanzas de las situaciones, mirar bien y apreciar todo lo que nos pasa, dar muchas gracias por todas las cosas positivas en nuestras vidas.
Ya me habían dicho que usted está muy activa en las redes sociales digitales. Hay quien piensa que para las personas mayores es casi imposible manejar la era tecnológica ¿Cómo le ha ido a usted?
Nosotros recibimos varios cursos en el Joven Club desde el 2010 al 2012. Al grupo de la Universidad del Adulto Mayor nos dieron la oportunidad de participar en esos cursos y yo los pasé. Como no tenía computadora en la que practicar, pues no avancé más. Pero ahora yo creo que toda esa experiencia me ha ayudado a manejar el móvil. Tenía uno más o menos corriente, pero entonces mi hijo me mandó un Iphone, que ese sí tiene sus complicaciones, pero he estado haciendo mis cositas y ya lo domino bastante bien.
Me comenta que usted vive sola, ¿quienes la han ayudado en estos meses de aislamiento?
Como te dije, yo vivo sola. Tuve dos hijos, uno falleció y el otro no está conmigo; tengo cuatro nietos y tres bisnietos. También tengo unos vecinos maravillosos. Yo soy la mayor de esta cuadra, aquí vivimos muchos adultos mayores y pocos jóvenes, pero nos llevamos de maravilla y nos apoyamos mucho. No me dejan ni ir a la bodega, que me queda a media cuadra. Están muy pendientes de mí. Cuando me demoro en abrir la puerta por la mañana ya están llamándome para saber de mí. Estoy como si estuviera rodeada de familia.
¿Cuál cree que ha sido su receta para tener buena salud?
Bueno te voy a decir, dentro de mis posibilidades de pobre la mejor alimentación. No fumo y bebo solo socialmente, en actividades y fiestecitas y eso. Hago ejercicio, leo mucho, me gusta el cine, soy cinéfila.
¿Y entonces cuáles son sus achaques?
Los huesos, tengo artrosis generalizada y un problema que me dejó el fallecimiento de mi hijo que fue tan impactante, porque estaba lleno de salud, le subió la presión y tuvo una hemorragia. No me pude desahogar y me afectó una parte del cerebro. Y es ese problema que tengo del temblor esencial.
¿Y en su familia las mujeres eran tan longevas como usted?
Bueno mi mamá murió de 82 años, mi abuela por parte de madre no porque a los setenta y pico tuvo un accidente en la cocina, ella era cocinera.
¿Qué usted cree que haga falta para que nuestras adultas y adultos mayores tengan mejor salud?
Bueno, el problema de la alimentación es básico. Los vicios, fumar, la mayoría fuma. Yo toda la vida he tenido como precepto que lo que me hace daño yo lo elimino. Yo alfabeticé, y fue al principio antes que fueran las brigadas, fui a Oriente como maestra voluntaria en el 59 y fui a una zona muy pobre donde nunca había habido escuela y lo único que tenían ellos para darnos cuando los visitábamos era café. Aquel café, colado una y otra vez, como yo no estaba acostumbrada, empezó a darme un dolor de cabeza. Me investigaron y todo, pero el resultado final fue el café. Dejé de tomar café entonces. Mi esposo era muy cafetero y yo a veces tomaba café, pero cuando notaba que me sentaba mal pues lo eliminaba.
Aunque exista algo maravilloso, si yo noto que me hace daño lo elimino. Lo que hay que tener voluntad.
¿Cree que las mujeres se cuidan suficientemente la salud?
No, porque alrededor mío yo veo que no. Aunque una les diga, ¡oye eso te hace daño! Pero no tienen voluntad. Hay que tener mucha voluntad de querer sentirse bien.
Yo la pregunta que me hago es: ¿por qué voy a hacer algo que va contra mi propia persona? No hay vicio que me domine y que me haga daño. Siempre lo he dicho.
¿Qué recomendaciones daría a las personas mayores para estos tiempos de pandemia?
Como no nos podemos mover y somos muchas las que teníamos costumbre de salir, pues yo les recomiendo que se mantengan activas, haciendo nasobucos, arreglando su ropa, leyendo, viendo la novela, sin desesperarse.
Nosotras tenemos enfermedades de base y tenemos que cuidarnos, no podemos estar saliendo, aunque nos cueste. Una no sabe, la mayoría de los casos son asintomáticos.
Yo estuve en un taller de manualidades, que dejé de ir porque tuve una crisis con la rodilla. Pero allí aprendí a hacer muchas cosas.
Hay muchas que tienen familia, que tienen nietos. Pues las que tienen nietos pueden apoyar a su familia y a sus nietos en el tiempo que están en la casa. Y quienes viven solos como es mi caso, pues hay que dedicar tiempo para leer, hacer manualidades; estas cosas nos ayudan a mantener la mente ocupada y no pensar en la situación. También se puede hacer ejercicios en la casa con los programas de televisión.
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