Artesano de la esperanza
Por: Max Dueñas
Francisco Velgara Valentín nació el 24 de agosto de 1949 en Santurce, Puerto Rico. Dos años antes, en el 1947, había nacido la política económica denominada Operación Manos a la Obra, un proyecto de industrialización de la economía insular a partir de exenciones contributivas al capital estadounidense y la promoción de la emigración masiva. Un año antes, en el 1948, había nacido la Ley de la Mordaza, ordenanza que arreciaba la represión del movimiento independentista, particularmente del Partido Nacionalista. Un año después, en el 1950, estalló la Revolución Nacionalista, una serie de acciones armadas coordinadas por el Partido Nacionalista en varios pueblos de la Isla y en Washington.
A pocos años de nacer Franky, su familia—adepta a los ideales nacionalistas— emigró a la ciudad de Nueva York para evadir la represión desatada contra el movimiento independentista. En esta ciudad, se radicaron en Loisaida (el Lower East Side) al sureste de Manhattan. Franky y su familia fueron parte de la mayor ola de migración puertorriqueña hacia EE.UU del siglo XX; entre 1950 y 1959 casi medio millón de boricuas abandonaron Isla y la mayoría se radicó en la ciudad de Nueva York.
En Nueva York nacieron los dos hermanos menores de Franky. A medida que crecían Franky y sus dos hermanos, internalizaban los efectos del racismo y la pobreza. De día su mamá trabajaba en una fábrica de ropa; su abuela trabajaba en una fábrica de enrollar tabaco. De noche ambas trabajaban limpiando oficinas.
Para fines de la década del 50, los barrios pobres de Nueva York, particularmente en los que habitaban puertorriqueños/as y afrodescendientes, fueron inundados por el comercio de heroína. Existe cierto consenso entre científicos sociales sobre la falta de estudios de esta distribución masiva y barata de esta droga en los arrabales de Nueva York y otras ciudades del este de Estados Unidos. El padre de Franky y sus dos hermanos sucumbieron ante el fácil acceso y se convirtieron en parte de esa ola de miles de adictos a la heroína entre afrodescendientes y boricuas.
La mamá de Franky -- Gregoria Velgara Valentín, y su abuela materna — Amparo Pino Meléndez — fueron figuras centrales en su formación. Ambas, de fuerte simpatía nacionalista, lo nutrieron con el orgullo de ser boricua y la necesidad de la solidaridad entre los pobres. Su mamá — practicante del santerismo —optó, sin embargo, por enviarlo a escuela católica con la aspiración que él recibiera una educación de calidad. Ella murió dos días antes de él graduarse de la escuela superior Cardinal Hayes.
Al graduarse de esta prestigiosa escuela, consiguió un trabajo en Wall Street con Morgan Guaranty Trust, en aquel momento una de las principales compañías financieras, como especialista en bonos. De las cuatro universidades que lo habían aceptado, optó por Long Island University en el recinto de Brooklyn. El racismo en Wall Street lo llevó a cambiar de empleo rápidamente y las múltiples responsabilidades de atender a sus dos hermanos adictos lo obligaron a abandonar sus estudios universitarios.
A principios de la década del 1970, en el contexto de la efervescencia de las luchas pro derechos civiles y la oposición a la guerra en Vietnam, Franky tomó pasos adicionales en su desarrollo político. Como inquilino del residencial público Vladeck Houses en Loisaida, Manhattan—habitado en aquel momento por miles de boricuas—, él comenzó a participar en actividades a favor de la excarcelación de los cinco presos nacionalistas.
Y fue en este ambiente que varias compañeras lo reclutaron a El Comité, una nueva organización de origen comunitaria que luchaba por los derechos a vivienda de sectores pobres, particularmente puertorriqueños. Rápidamente se integró a las actividades y formó parte del liderato que encarriló a la organización a convertirse en organización marxistaleninista. Bajo el nombre de El Comité-Movimiento de Izquierda Nacional Puertorriqueño, El Comité-MINP se incorporó a las luchas a favor de los derechos civiles de afrodescendientes, puertorriqueños y otros latinoamericanos en Estados Unidos; a los esfuerzos de solidaridad con las luchas anti-imperialistas en diferentes países; y con las luchas proletarias en Estados Unidos. En pocas palabras la organización se integró a lo que en ese momento se conocía como el Nuevo Movimiento Comunista.
En el 1981, el Comité MINP se dividió y Franky lidereó al grupo expulsado a la creación de una nueva organización, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Era el momento de la consolidación del neoliberalismo en el mundo y muchas de las fuerzas progresistas a través del planeta sufrieron fuertes derrotas. No obstante, a partir de ese momento y hasta su fallecimiento, Franky se convirtió en uno de los más fieles representantes de los ideales revolucionarios representados por el Nuevo Movimiento Comunista.
En los últimos años de vida, aquejado por un infarto en el 2015 y por un diagnóstico de cáncer en varias partes del cuerpo, continúo su militancia. Una lista de organizaciones en las que militaba o apoyaba estrechamente incluye: ProLibertad Freedom Campaign; Frente Socialista Puertorriqueño; Movimiento Nacional Jerico (organización pro libertad de presos políticos en EE.UU.); NY Cuba Sí (y las diversas organizaciones de solidaridad con la Revolución cubana); Fuerza de la Revolución (organización de República Dominicana); Ministerio de Solidaridad con los Pueblos-Iglesia Santa Cruzen NY; Campaña Vietnamita de Alivio y Responsabilidad del Agente Naranja; Llamado a la Acción en Puerto Rico; Casa de las Américas, NY; People’s Forum; y Black Lives Matter.
En el plano personal, Franky—siguiendo las lecciones de humanidad de su mamá y abuela—se ocupó de cultivar el amor por familia y amistades, dos palabras que para él eran sinónimas. Fue padre de gemelas—Yuisa y Lucy/Leandro—y contribuyó a la formación de muchos de los hijos de sus amistades. Su siembra de amor produjo una familia extendida en Nueva York y otra en Puerto Rico, colectivos en que se mezclaban el cariño, la solidaridad y el compromiso político anti-capitalista.
En diciembre del 2021, visitó a Puerto Rico por última vez, ocasión que fue aprovechada por compañeras/os del Comité de Solidaridad con Cuba y otras organizaciones para rendirle honor.
En su retorno a Nueva York a principios del 2022, ya con el conocimiento que la muerte estaba cerca, no dejó de continuar sus compromisos políticos con diversas luchas. Entre otras tareas, buscaba publicar un poemario a través de una editorial cubana y organizaba un proyecto de digitalización de documentos de las luchas revolucionarias tanto en Estados Unidos como en Puerto Rico. Falleció en el Bronx el 25 de agosto de este año, un día después de cumplir 73 años. Su trayectoria de incansable compromiso revolucionario, particularmente durante una época definida por la ideología y prácticas neoliberales—periodo en que se han endurecido las injusticias económicas y políticas a través del planeta—evoca la figura de un artesano de la esperanza.
¡¡FRANK VELGARA VIVE, LA LUCHA SIGUE!!
¡¡VIVA PUERTO RICO LIBRE Y SOCIALISTA!!
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